Agarra el Pez, no lo dejes escapar. El encuentro como camino

Agarra el Pez, no lo dejes escapar. El encuentro como camino

IV Encuentro Hispano-Portugués de Compañeros

Federación Hispano-Portuguesa de Pedagogía Curativa y Terapia Social

Este sugerente enunciado, “Agarra el Pez, no lo dejes escapar. El encuentro como camino”, es el elegido como trasfondo del 4º Encuentro Hispano-Portugués de Compañeros que las instituciones de la Federación Hispano-Portuguesa de Pedagogía Curativa y Terapia Social preparan durante este año 2020. En esta ocasión, siendo el encuentro itinerante en lo que concierne a la organización, recae su convocatoria y organización en la Asociación Tobías en Madrid. Institución cofundadora de la Federación Hispano-Portuguesa de Pedagogía Curativa y Terapia Social y que, desde el año 1997 viene desempeñando su labor de comunidad de vida entorno a las personas mas vulnerables.

Es difícil aventurar en vistas de los acontecimientos a los que en la actualidad nos enfrentamos si este deseado Congreso de Personas Especiales podrá realizarse de forma física, pues, el confinamiento al que la población mundial esta sometida probablemente no permita tal celebración, sin embargo, el tema elegido que con esmero preparamos en nuestras instituciones puede actuar como bálsamo y punto de encuentro anímico espiritual en el seno de nuestro movimiento y por ende para el conjunto de la humanidad.

Con los trasfondos que nos sugiere la leyenda de Tobías podemos reflexionar sobre las cualidades de “el encuentro como camino”.

De todos conocida la imagen que Francesco Botticini pintó en el año 1470, que nos muestra el joven Tobías en la zona central de la imagen acompañado por el Arcángel Rafael (el médico divino) que en su afable inspiración ayuda a ordenar los destinos, actuando como portador de curación y fuente de inspiración y enseñanzas en la práctica terapéutica. Esta imagen central está flanqueada por el Arcángel Gabriel portando un lirio blanco, envuelto en una túnica azul que cubre sus hombros y espalda, y otra verde que acompaña sus pasos de pies desnudos símbolos de nacimiento terrenal, a la derecha del observador. A la izquierda el Arcángel Michael vistiendo armadura metálica y portando en su mano izquierda una esfera dorada, ceñida a su cintura la funda roja de su espada, color que también podemos observar en sus calzas y capa, su mano derecha sostiene con firmeza una espada puntiaguda que señala a lo alto y su mirar puesto en los ojos del observador recordando que a todos nos espera en el umbral de la muerte.

El joven Tobías, alza su mirada y coge de su mano derecha la confianza de la sabiduría, sabiéndose en la soledad del tortuoso camino acompañado, encuentra el remedio para sus males y tormentos que sostiene en su mano en forma de pez.

Podemos observar aquí, la vulnerabilidad hasta la posible caída, la experiencia de soledad y división, incluso en presencia del prójimo, el observador profano. Con la alegría del encuentro, de la comprensión, de la atracción hasta convertirse participe del mensaje, podemos convertirnos en uno con la imagen, percibiendo el trasfondo que esta imagen muestra como ninguna otra, la NO SOLEDAD, el acompañamiento en el transito a recorrer, las múltiples facetas de los misterios ocultos que proporcionan estabilidad en las penurias del camino a través del calor de la compañía manifiesta en el libre albedrio que anda en busca de su libertad.

Quizás sí, sea una guerra encubierta lo que estemos viviendo hoy día, el todos contra todos al que en silencio tan habituados estamos y hoy así se manifiesta. Hoy el miedo constriñe nuestra zona media, nuestra respiración se entrecorta, nuestra circulación se comprime, es ahí donde se encuentra el vehículo de intercambio entre lo que vive dentro, en nuestro interior y su relación con el mundo exterior. Ese ámbito reflexivo, de interés, portador de esperanza, empatía y asombro, vivacidad y compasión, de abnegación y entrega al prójimo, se ve hoy día amenazado.

“Tobías extrae del pez, que se le lanza a devorarlo, la medicina para curar a Sara y a Tobit. El pez es aquí, el símbolo de las dificultades que el hombre debe acoger y de las que recibe la ayuda para superarlas.

Ante un problema podemos adoptar dos posturas: Huir de él o enfrentarlo, al hacer lo último, percibimos que superando los obstáculos somos otra persona. Son los obstáculos los que ayudan al crecimiento de nuestras facultades y poder llegar así, a la fe y a la confianza en nosotros mismos”.

Este es el mensaje que nos transmiten nuestros hermanos/compañeros de Tobías desde Madrid, como reflexión en la preparación del cuarto Congreso regional de personas dependientes.

Estos días de introspección pueden convertirse en una gran oportunidad para, desde la libertad, sacar el eterno humano que todos llevamos dentro, pudiendo así contribuir a la humanización de la individualidad, de la sociedad que tan amenaza se encuentra hoy día por el egoísmo deshumanizante y el avance de las fuerzas de transhumanización lideradas por los avances tecnológicos y de inteligencia artificial. Sí, artificial, la artificialidad que nos aparta de lo verdaderamente esencial.

Visto desde esta perspectiva, es natural que la incertidumbre de paso al temor, al miedo, a la desconexión. Hoy más que nunca, la disposición de ánimo noble, la entrega en la tarea de cuidado amoroso del prójimo, de la naturaleza, de nuestra sociedad pueden convertirse en fuerzas sanadoras donde el tú y el yo puedan generar lo esencial “el nosotros”.

Atravesamos todos, en este tiempo, momentos de incertidumbre abordando esta situación excepcional que actualmente vivimos desde la intimidad de nuestro Ser.

SER, ESTAR Y HACER cogen hoy día un significado más profundo si cabe ¿Donde buscar respuestas a la incertidumbre? ¿Cómo dar respuestas validas a la actual situación? ¿Qué puedo yo hacer? ¿qué podemos nosotros hacer? Seguro, estas y otras preguntas surgen de nuestro interior queriendo acompañar la resolución de nuestro bien preciado, “El libre albedrío”. Y es que, todos tenemos opinión, a todos nos invaden sentimientos y todos tenemos la oportunidad de manejar nuestras acciones.

Nuestras comunidades terapéuticas, ya sean de Pedagogía Curativa o de Terapia Social, siempre se han caracterizado por encontrar el bienestar individual a través del nosotros, haciendo de la inclusión a la inversa su seña de identidad. En estos momentos en los que la actividad externa se ve restringida por las medidas de excepción que los gobiernos establecen, compañeros y acompañantes mantienen la llama encendida. Se cuida de los espacios, unos y otros protegiéndonos mutuamente.

En las comunidades se continua con el cuidado del entorno, los animales, las huertas, manteniendo los lugares llenos de vida, como siempre lo han estado, también se hacen las tareas de logística para la provisión de las necesidades que se puedan tener, alimentos, productos de limpieza, etc. En algunos casos se implementan nuevos ritmos para hacer más llevadero el confinamiento y, se extreman las medidas de higiene y desinfección. Se cuida, aun más si cabe, la alimentación física y también la anímica a través de la práctica artística, ampliando la conciencia de la necesidad imperante del Saber Ser, Saber Estar y Saber Hacer.

El sabernos acompañados por el cuidado amoroso, centrados en lo que ahora corresponde vivir, ordenados en los procedimientos que aplicamos dando importancia al más ínfimo gesto, sentimiento, pensamiento, nos ayuda a confiar en que pronto podremos celebra la superación de esta epidemia, esta enfermedad contagiosa que nos recuerda la importancia de cuidarnos mutuamente para no ser victimas de las apariencias, el desconocimiento, el temor y el miedo.

La naturaleza nos muestra que la vida continúa en nuestro entorno, esperando a ser acogida, haciéndola salir también desde nuestro interior como un ARTE-SOCIAL que colme nuestro cuerpo, nuestra alma y también nuestro espíritu.

Aprendiendo del COVID-19 en este tiempo en el que la naturaleza eclosiona aspirando de nuevo al reencuentro.

(Fidel Ortega Dueñas)